Documental: “The devil and Daniel Johnston”
Hoy, en lugar de un disco, quisiera recomendar este documental del 2005 llamado “The devil and Daniel Johnston” dirigido por Jeff Feuerzeig, en el que se hace un recorrido por la vida del genial e inimitable cantautor y dibujante, desde sus primeros pasos artísticos hasta sus encuentros con el diablo, causados por una enfermedad mental agudizada por el abuso de LSD.
El documental cuenta con muchísimo material original, pues Daniel grababa a menudo con su Super8 y su grabadora de audio, se intercala el contenido original con entrevistas actuales tanto a Johnston como a sus amigos más cercanos y su familia, quedando finalmente un retrato perfecto del artista y su mundo.
Al principio se nos introduce en el ambiente familiar de Daniel, que es el menor de 5 hermanos; su padre y su madre, conservadores y religiosos, a menudo son desbordados por la fuerte personalidad de nuestro protagonista, siempre histriónico y con ganas de destacar. En la escuela se desesperan con él porque tiene problemas de atención. No cabe duda de que tenía genio creativo: ya en la temprana adolescencia graba una película, con la ayuda de su hermano, en la que narra las típicas desavenencias con su madre. Él se disfraza y actúa como ella.
En el instituto, inspirado en gran parte por los comics, comenzaba a destacar por sus dibujos, su tarjeta de visita eran los globos oculares que solía inmortalizar en cualquier lugar donde tuviese ocasión. Con una fuerte determinación por convertirse en un artista convierte el garaje de casa de sus padres en su centro de operaciones para convertirse en alguien tan grande como los Beatles, una de sus obsesiones.
Queda constancia del conflicto entre las ideas ultraconservadoras de su familia y las suyas, en una de las muchas grabaciones que él hacía con el radiocasette cuando su madre le sermoneaba, diciéndole que contaminaba la mente de los jóvenes con sus dibujos satánicos, a la vez que le reprochaba su interés por tocar el piano, advirtiéndole que se reirían de él, tomando por loco a alguien que anda dibujando globos oculares. A Dan le gustaba provocar ese tipo de reacción y grabarla en sus cintas.
Al ir a una universidad católica, los problemas fueron agudizándose, se le detecta algún síntoma propio de un trastorno bipolar y vuelve a casa de sus padres, mejorando considerablemente e ingresando en otra universidad. En esa época conoce al amor de su vida y la que será su musa en toda su carrera: Laurie Allen, que tenía novio formal y no correspondía a la obsesión de Daniel, un amor que parecía el de Don Quijote hacia Dulcinea, fuente de inspiración, de dolor y de sentimiento de perdida -cuando ella se casó-.
En casa no entendían su depresión y, viendo que su paso por la universidad es anecdótico y no da sus frutos, le envían a vivir a Houston, con su hermano. Pronto crea su nuevo espacio para componer en el garaje, compra un órgano y monta su estudio personal para trabajar en “Yimp Jump Music”, nadie logra encarrilarlo en un modo de vida disciplinado, pronto su hermana Margie le ofrece ir a vivir a su casa, a pesar de sentirse a gusto con ella, un buen día compra un ciclomotor y desaparece, yendo con una feria ambulante, durante casi medio año se ganaba la vida vendiendo palomitas y salchichas en un puesto de la feria.
Después de un incidente en la feria, siendo apalizado por un feriante, llega magullado a Austin donde al ver un cartel de una actuación del grupo Glass Eye lo interpreta como una señal (quizá lo relacionaba con los globos oculares que dibujaba), allí se presenta y le da una copia de su cinta “Hi, how are you”, pronto debuta como telonero del grupo, para entonces decide no tocar el piano y acompañarse de la guitarra.
A menudo, da a la gente una copia de su trabajo para que lo escuche, lo que va haciéndole popular por Austin, mientras trabaja limpiando mesas en un Mc Donalds.
El documental va narrando anécdotas, algunas divertidas, otras no tanto, y despertando el interés hacia un personaje único, que logra colarse en una fiesta de la MTV y ganarse la admiración del público.
Además de los crecientes trastornos de personalidad que tiene, por los cuales pasa de la euforia al abatimiento, suma el de una experiencia con LSD a partir de la cual se agudiza su enfermedad, creando un mundo imaginario en el que se enfrenta al diablo. En ese mundo, sus composiciones y dibujos giran alrededor de sus obsesiones: Casper, el fantasma bueno, el Capitán América, su amor a Laurie.
Deshecha contratos con alguna importante multinacional, por encontrarse en el mismo sello Metallica, a los que considera siervos de ese diablo que le atormenta, firma con Atlantic y sus canciones son interpretadas por artistas de primera fila, que reconocen su talento compositivo.
Su popularidad se ve acrecentada cuando Kurt Kobain lleva una camiseta con el dibujo de la portada de su “Hi, how are you”.
Intercaladas con algunas de sus interpretaciones más desgarradas se suceden los altibajos en la carrera y en la salud del compositor, en un viaje que, independiente de que guste o no su música, no deja a nadie impasible.
Un documental bien rodado que define perfectamente a un personaje único y que llegas a sentir cercano.
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